Canción:
Hermosa flor de pitaya de Juan Rulfo, su única canción.Con música de Marcial Alejandro, está ya grabada en disco una canción de Juan Rulfo, que aparece en el filme, El gallo de oro. Los versos son divertidos e intencionados y la canción ha sido recibida muy bien por el gran público.Hermosa flor de pitaya blanca flor de garambullo a mí me cabe el orgullo que onde yo rayo ¿quién raya? Aunque veas que yo me vaya mi corazón es muy tuyo. El pájaro carpintero para trabajar se agacha, de que encuentra su agujero hasta el pico le retacha. También yo soy carpintero cuando estoy con mi muchacha. ¡Ay!, como me duele el anca ¡Ay!, como aprieta el cincho. Qué vas que brinco esa tranca pa ver si del golpe me hincho, que habiendo tanta potranca sólo por la mía relincho… Soy un gavilán del monte Con las alas coloradas; a mí no me asusta el sueño ní me hacen las desveladas; platicando con mí chatay aunque muera a puñaladas…
Fotografía:
Juan Rulfo, el famoso autor de Pedro Páramo, no sólo dejó escrita una excelente novela, para mostrara la grandeza y miseria de una tierra, sino que, como fotógrafo, consiguió eternizar una visión de México.Conocido en todo el mundo como escritor, Juan Rulfo (1918-1986), tiene en sus fotografías un elemento complementario de primerísima magnitud para acercarse al México del siglo XX, y, a través de él, conocer las entrañas reales de un pueblo.La obra fotográfica de Juan Rulfo ya ha recorrido diversas ciudades: México, Barcelona
ahora está en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y seguirá peregrinando por el mundo para acercar al interesado una soberbia visión de un país, en blanco y negro.El escritor mejicano, autor de una de las mejores novelas escritas en América, Pedro Páramo", no sólo quedó catalogado como un excelente retratista literario, profundo narrador de grandezas y miserias del ser humano, sino que con sus 6000 negativos atesorados ha conseguido transmitirnos multitud de las escenas que impactaron en su retina.Rulfo era muy aficionado a la fotografía. De los 10000 libros de su biblioteca, 800 eran de fotografías, y además- coleccionaba revistas y recortes fotográficos. Muchas de sus fotos las captó en sus tiempos de viajante de comercio, en la que se empapó de una tierra que revela en su epidermis las riquezas y miserias de su historia trágica.Y Rulfo, sin embargo, fue reticente a mostrar ese tesoro de imágenes acumulado básicamente hacia la mitad del siglo. Sólo en 1980 apenas un lustro antes de su muerte- permitió hacer con ellas una exposición.
La tendencia visual de la ficción de Rulfo, sin embargo, puede tener otra inspiración importante: el cine.Varios críticos han señalado la presencia del cine en la producción literaria de Juan Rulfo al demostrar que el escritor concibió Pedro Páramo en términos visuales y que la realizó empleando múltiples técnicas fílmicas. Es díficil, sin embargo, documentar la influencia del cine en la creación artística de Juan Rulfo ya que el autor habló poco del tema. Lo cierto es que Rulfo era, como sugiere su viuda, “un espectador consumado del cine”. Esta pasión se remonta por lo menos a los años cuarenta cuando, como indica un crítico, Rulfo “logra ser nombrado supervisor de las salas cinematográficas de la ciudad de Guadalajara, lo que le permite ver todas las películas que se exhiben en esa capital”.
La fama que recibe Rulfo con la publicación de El Llano en llamas y Pedro Páramo le abre la posibilidad de desarrollar más su interés por el cine. En 1955, por ejemplo, poco después de la aparición de su novela maestra, Rulfo fue testigo de primera mano en el proceso de producción cinematográfica al ser nombrado asesor histórico para la filmación de La Escondida (1955, dir. Roberto Gavaldón), y cuando se encargó de tomar fotos fijas durante el rodaje de esa película. Casi una década después, el director Alberto Isaac confió en varios de sus amigos famosos para filmar En este pueblo no hay ladrones (1964). La cinta se basaba en un texto de Gabriel García Márquez, quien ayudó con el guión. El reparto incluía, entre otros, a Alfonso Arau, Carlos Monsiváis, Arturo Ripstein, José Luis Cuevas y Luis Buñuel. También aparecería Juan Rulfo, como extra y con una parte hablada muy pequeña.La contribución más imperecedera de Rulfo al cine mexicano, sin embargo, reside en su trabajo como escritor. Rulfo creó guiones breves para los cortometrajes El despojo(1960, dir. Antonio Reynoso) y La fórmula secreta (1964, dir. Rubén Gámez), ayudó con el guión de Paloma herida (1962, dir. Emilio Fernández) y escribió El gallo de oro, una narración que Rulfo ideó para la pantalla grande y que fue adaptada por Roberto Gavaldón (El gallo de oro, 1964) y de nuevo por Arturo Ripstein (El imperio de la fortuna, 1985).
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8or_1K1513LoGdnKNjWL6QsKY8XREkweaQPyy1vVIWB19-QfG4fb7C4Aon41YDrNhg5VBiB9-W33GYS61Gz0FbRENvacwsiUVZy1zV-7hUbK9D4BB4o-bu_yPUogGaD5Kre1JXW38m6B2/s1600/f03.jpg)
Además, algunos cineastas han intentado captar la esencia visual de los cuentos de Rulfo al adaptar esas obras a la pantalla grande. La primera película apareció en 1955 cuando Alfredo B. Crevenna filmó Talpa. Rulfo no estuvo satisfecho con los resultados de esta cinta ni con varias otras adaptaciones tempranas de su ficción. El rincón de las vírgenes (1972) de Alberto Isaac y ¿No oyes ladrar los perros? (1974) de François Reichenbach, por ejemplo, se basaron en textos de El Llano en llamas sin lograr representar satisfactoriamente el mundo rulfiano. Otros cineastas han tenido más éxito con la ficción breve del escritor jalisciense. El director Mitl Valdez filmó Tras el horizonte en 1984 y Los confines en 1987. La segunda adaptación combina los cuentos “Talpa” y “¡Diles que no me maten!” y un fragmento de Pedro Páramo y fue designada como una de las cien mejores películas mexicanas por la revista Somos. Algunos directores que han ofrecido visiones creativas e interesantes de la ficción breve de Rulfo incluyen, entre otros, al venezolano Freddy Sisso (¡Diles que no me maten!, 1985) y a los mexicanos Roberto Rochín (Un pedazo de noche, 1995, Paso del Norte, 2002) y Carolina Rivas (Zona cero, 2003).
No hay comentarios:
Publicar un comentario